martes, 8 de julio de 2008

Ensimismamiento

No se lo que me pasa.

Soy un ser extrañado, puesto que me extraño de mi misma, de lo que pasa por mi cabeza, de lo que mi cerebro concluye día a día, en definitiva, de mis pensamientos.

Creo que cada vez me vuelvo más vieja (y en consecuencia mas “pelleja” que se suele decir), porque cada vez todo me molesta un poco más que antes.

Nunca has tenido la sensación de querer encerrarte en un lugar, solo o con una sola persona, y olvidarte del mundo exterior que al paso del tiempo te esclaviza?

Hace muchos (tal vez demasiados) días que me pasa… Solo a ratos, creo, puesto que los libros, televisión, y demás pasatiempos han sido creados para evitar los quebraderos de cabeza; pero vaya, que aquí esta ese pequeño pensamiento, de vez en cuando soltando un ligero destello.

Estoy con ganas continuas de aislarme, de no ver ni saber nada de nadie, de pasarme los días encerrada, estando tan solo con la persona a quien amo…

Las personas solemos ser complicadas ya de por si, y además, nosotros solitos aun nos enredamos más.

Estoy en mi habitación, encerrada, sola, escuchando música (y a esta situación me refiero cuando digo que no se si nos complicamos aposta, creo que no, pero ¿que hay de mi subconsciente?), música que aun no se si me ayuda o me encierra mas en mi propio ensimismamiento.

A propósito! Creo que he dado con la palabra más exacta del mundo! La mas concreta, la mejor que podía hallar para este estado, estado que probablemente sea compartido por mucha gente. Esta maravillosa palabra, que ha venido a mis dedos, tecleándola sin siquiera estar segura, pero aquí ha aparecido: estoy “ensimismada”! Su definición dice: “Entregarse alguien a sus propios pensamientos, aislándose del mundo que le rodea”.

Es fantástico! Una simple palabra que defina tal estado… Menudo invento, este de la lengua no?

Vaya avances, capaces de describir lo impalpable, lo inimaginable, encontrar denominación a todo… Hemos hecho todo esto y muchísimo más, pero por el camino nos hemos olvidado tantas cosas tanto más esenciales…

De nada nos sirven nuestros avances, ni nuestra sed de seguir descubriendo, si ni siquiera somos capaces de hacer introspección, trabajar en nuestro propio interior, desnudarnos de alma ante nuestra propia conciencia, aprender a conocernos de forma verdadera, auténtica (si es que alguien da a esta palabra realmente toda la importancia que requiere)…

Por favor, si alguien ha sido o es capaz de ello, que me lo diga, que me haga saber que no toda la humanidad se hecha a perder en esta nuestra incapacidad por auto-conocernos…

Una vida normal y corriente, llevadera, llena de pequeños somníferos para mi razón; o una tal vez mas dura, mas insoportable a veces, pero con plena consciencia de todo aquello que mi mente puede abarcar?

Bonito dilema… Precipitarse no es bueno, no hay que responder rápido!




Gracies a tu, que em fas viure i ser feliç sigui com sigui i quan sigui, per compartir aquesta vida al meu costat… Sense tu no se jo…

lunes, 12 de mayo de 2008

Y tu, tienes tu rosa?

- Solo se conocen las cosas que se domestican – dijo el zorro -. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran las cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!

- ¿Qué hay que hacer? – Dijo el principito

- Hay que ser paciente – respondió el zorro -. Te sentarás al principio un poco lejos de mi, así, en la hierba. Te mirare de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco mas cerca…

Al día siguiente volvió el principito.

- Hubiese sido mejor venir a la misma hora – dijo el zorro -. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz a las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón… Los ritos son necesarios.

- ¿Que es un rito? –dijo el principito.

- Es también algo demasiado olvidado – dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días; una hora, de las otras horas.

[…]

El principito se fue a ver nuevamente las rosas:

- No sois en absoluto parecidas a mi rosa; no sois nada aun – les dijo -. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como mi zorro. No era mas que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Y las rosas se sintieron molestas.

- Sois bellas, pero estáis vacías – continuó -. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa que he regado. Puesto que es ella la rosa que puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa que abrigue con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas mate (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a la que escuche quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Porque ella es mi rosa.

El Principito.

Antoine de Saint-Exupéry

viernes, 25 de abril de 2008

El tiempo no perdona.

Siempre había sido delgada y esbelta, una cara bonita que con la capa de maquillaje encima se volvía de ensueño.

So pelo, oscuro y abundante, le caía a los lados del rostro, como si de un marco se tratara.

Ahora los años habían pasado, y nada era lo mismo, estaba sola, pues sus caprichos de juventud nunca se saciaron al lado de un solo hombre, y a estas alturas ya no encontraría ninguno. Tampoco gozaba de los trabajos y placeres de aquel entonces, puesto que a la vista quedaba que ya no era capaz de ello.

Si la miras fijamente, veras un cuerpo que gritaba que en él hubo belleza tiempo atrás, unas manos que habían sido lisas, suaves, tersas, y que ahora solo mostraban arrugas, venas, y el paso del tiempo en ellas.

Un cuello flácido, del que colgaba un collar, intentando disimular con cosas caras aquello que no se compra, y al subir la vista…

Esa cara, pequeña, en la que se podía ver perfectamente la calavera de hueso que sostenía y daba forma a esa piel maquillada, en un ultimo intento desesperado por quedarse en el pasado.

Unos labios amoratados, que gritaban estar hartos de fumar un cigarrillo tras otro.

Las mejillas, huesudas, angulosas, que hacían de camino hacia los ojos, unos ojos de los que colgaban bolsas, ojerosos, mostrando el cansancio producido por el desgaste de los años…

Esos ojos… Azules, impasibles, inmóviles, fríos, como un océano en invierno. En ellos casi se podía leer su vida entera, tristes, solos, llorando sin lagrimas, pidiendo en silencio el cariño que rechazó tiempo atrás, que buscan pero no encuentran aquello que anhelan, tantas cosas que había dejado pasar de largo…

El tiempo nunca pasa en vano, nunca volverá, y nunca te brindará de nuevo lo que ya te ofreció…

Aprovéchalo.

lunes, 21 de abril de 2008

En la sencillez esta el gusto?

“Y es que ella siempre había creído que la sencillez era un defecto, que era algo que no valía la pena, que para que algo merezca cierta atención, debe ser complicado, complejo, retorcido, y difícil de entender…

Y un día, ya ni siquiera recuerda lo que andaba haciendo, suele decirme que cree que fue por una canción, pero se dio cuenta de lo maravillosa que es la sencillez, de la magia que esta encerrada en ella, de que la sencillez puede llegar a ser lo mas complejo.

Fue así como empezó a fijarse en cosas mas simples, y como empezó a valorar ese ligero olor que trae la brisa en días calurosos, esos destellos que se ven en el agua cuando se mueve, las sombras de hojas de árboles en movimiento, pisar la arena de la playa o del césped con los pies desnudos, dormir sin ropa con la ventana abierta cuando hace tanto calor que parece que no se fuera a dormir nunca…

Y fue entonces, cuando se dio cuenta de que en la vida, hay tantisimas cosas a apreciar que nosotros olvidamos, que se indignó consigo misma por haber perdido tanto y tanto tiempo en valores que ella creía primordiales, y en cambio eran de lo mas secundario!

Al cabo de unas horas, después de abrazarse, se sintió renacer, se sintió aprovechar al máximo aquel abrazo, y todos los que prosiguieron, y cada caricia, cada beso, cada instante, cada respiro, cada risa…”

miércoles, 16 de abril de 2008

El silencio lo pongo yo

Hace mucho ya que no escucho un silencio autentico…

Uno de esos silencios que casi puedes notarlos, en los que sientes su mano, fría, impasible, abriéndose paso hacia tu estomago, tus pulmones, tu cabeza, tu corazón…

Esos silencios que se hacen angustiosos, pero a la vez agradables, tranquilos, relajantes…

Llevamos un ritmo de vida que no es natural, nos hemos acostumbrado a vivirlo todo a un ritmo frenético, desmesurado. Todo con prisas, todo planeado.

Pretendemos anticiparnos a lo que nos tiene que sobrevenir aun, no queremos pasar por los procesos que, representa, son naturales en la evolución de una vida humana, tal y como nos la pintan hoy en día.

Antes, hace siglos, éramos esclavos de nuestro status social, de la familia a la que perteneciésemos, del lugar de donde viniéramos, de las propiedades que tuviéramos, y de con quien nuestros padres decidían que debíamos unirnos.

Hoy en día tenemos la posibilidad de migrar siempre que “lo deseemos” (excluyendo las limitaciones de dinero, trabajo…), tenemos la grandísima suerte de poder elegir a la persona que queremos para compartir la vida, podemos escoger a qué nos vamos a dedicar el resto de nuestra vida ya que es necesario el trabajar para sobrevivir…

Aun así, lo único que somos capaces de hacer es querer gastar cada etapa, cada minuto, lo más rápido posible, con intensidad, sin pensarlo dos veces, con precipitación, con estrés prácticamente…

“Vive una vida intensa y corta”

Es como si el “carpe diem” fuera algo obligatorio de hacer…

Y entonces, que pasa con la gente que quiere disfrutar la vida en cada uno de sus millones de momentos?

Es que no sabemos ya ni saborear aquellos instantes que sabemos que más tarde ya no volverán?

Nos hemos olvidado de lo que puede ser vivir los días con calma, sin precipitarse… Tampoco planeándolo todo a largo plazo, pero sí disfrutando…

Demasiado ruido.

Demasiado frenesí.

Hecho de menos un momento de paz, un silencio que acaricie, una respiración que dilate mis pulmones, y los ensanche tanto que parezca que se me van a abrir…

Hecho de menos la tranquilidad.

Tal vez hecho de menos algo que no he llegado a conocer, y que hace demasiado que se extinguió de este mundo.

Será que hoy estoy soñadora.