miércoles, 16 de abril de 2008

El silencio lo pongo yo

Hace mucho ya que no escucho un silencio autentico…

Uno de esos silencios que casi puedes notarlos, en los que sientes su mano, fría, impasible, abriéndose paso hacia tu estomago, tus pulmones, tu cabeza, tu corazón…

Esos silencios que se hacen angustiosos, pero a la vez agradables, tranquilos, relajantes…

Llevamos un ritmo de vida que no es natural, nos hemos acostumbrado a vivirlo todo a un ritmo frenético, desmesurado. Todo con prisas, todo planeado.

Pretendemos anticiparnos a lo que nos tiene que sobrevenir aun, no queremos pasar por los procesos que, representa, son naturales en la evolución de una vida humana, tal y como nos la pintan hoy en día.

Antes, hace siglos, éramos esclavos de nuestro status social, de la familia a la que perteneciésemos, del lugar de donde viniéramos, de las propiedades que tuviéramos, y de con quien nuestros padres decidían que debíamos unirnos.

Hoy en día tenemos la posibilidad de migrar siempre que “lo deseemos” (excluyendo las limitaciones de dinero, trabajo…), tenemos la grandísima suerte de poder elegir a la persona que queremos para compartir la vida, podemos escoger a qué nos vamos a dedicar el resto de nuestra vida ya que es necesario el trabajar para sobrevivir…

Aun así, lo único que somos capaces de hacer es querer gastar cada etapa, cada minuto, lo más rápido posible, con intensidad, sin pensarlo dos veces, con precipitación, con estrés prácticamente…

“Vive una vida intensa y corta”

Es como si el “carpe diem” fuera algo obligatorio de hacer…

Y entonces, que pasa con la gente que quiere disfrutar la vida en cada uno de sus millones de momentos?

Es que no sabemos ya ni saborear aquellos instantes que sabemos que más tarde ya no volverán?

Nos hemos olvidado de lo que puede ser vivir los días con calma, sin precipitarse… Tampoco planeándolo todo a largo plazo, pero sí disfrutando…

Demasiado ruido.

Demasiado frenesí.

Hecho de menos un momento de paz, un silencio que acaricie, una respiración que dilate mis pulmones, y los ensanche tanto que parezca que se me van a abrir…

Hecho de menos la tranquilidad.

Tal vez hecho de menos algo que no he llegado a conocer, y que hace demasiado que se extinguió de este mundo.

Será que hoy estoy soñadora.

1 comentario:

Memorias de una perturbada dijo...

Un dia em vaig parar a pensar en si realment existeix el silenci, ja que és una paraula creada per nosatres i de la que no estic segura que podem gaudir. Fixa't que de vegades pensem que estem en total silenci i no és cert (el vent, un ocellet, uns passos, un avió llunyà, les fulles dels arbres...). Llògicament aquests sorolls són molt més agradables que el soroll de la ciutat. Però llavors jo em pregunto si realment existeix el silenci.
Petons Alba i enhorabona pel blog, és força interessant.